HONOR A QUIEN HONOR MERECE porque HONRRAR HONRRA, felicidades colegas, a todos ustedes que con pasion estudiaron junto conmigo el misterio y el milagro del cuerpo humano, que nos hicimos medicos hace ya casi 20 anos y aprendimos con modestia y desinterez a curar, a ayudar, a dar un buen consejo, a salvar una vida. yo acabo de llegar del trabajo, he estado de guardia, no se si tenga que volver a irme pero llegue, abri este blog y todos ustedes me han llenado de alegria y me han hecho pensar en lo dichozos que somos de haber elegido la profesion mas humana y pura de todas las profeciones, el poder recibir el agradecimiento y satisfaccion todos los dias de quienes ayudamos es el regalo mas grande y honrrozo que se puede recibir.
En América, el Día del Médico fue decretado en el Congreso Médico reunido en Dallas (Texas) en 1933, en homenaje al nacimiento del doctor Juan Carlos Finlay, médico investigador, nacido en Puerto Príncipe - Cuba en 1833, y quien confirmó la teoría de “ La propagación de la fiebre amarilla a través del mosquito”, presentado en la Academia de Ciencias de la Habana el 14 de agosto de 1881, abriendo así un camino en el progreso médico en la América tropical. De hecho él descubrió que la fiebre amarilla era trasmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti e inventó una cura segura para la enfermedad.
La actividad humana llamada medicina, ha sido motivo de diversas interpretaciones desde Hipócrates y a través de toda la historia. Dicha profesión es sin duda la más criticada y solicitada, porque cuando se trata de las enfermedades que hieren a los seres humanos y que les recuerdan que la vida es breve, nadie escapa de recurrir a ella. Su posición en tanto problemática, siempre ha encerrado un enigma.
Muchas disciplinas se han preocupado por la hermenéutica de esta práctica social: la han cuestionado, criticado. Estas confrontaciones son bienvenidas, siempre y cuando se intente cuidar una profesión tan noble como la medicina, ya que se trata de actos relacionados con las dolencias y el sufrimiento de los seres humanos. Todos somos pacientes en potencia y en algún momento de la vida, podemos necesitar de la palabra y del acompañamiento del médico.
JURAMENTO HIPOCRÁTICO
En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica me comprometo
solemnemente a:
- Consagrar mi vida al servicio de la humanidad
- Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento a que son acreedores.
- Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones.
- Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí.
- Mantendré, en todas las medidas de mi medio, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. Mis colegas serán mis hermanos.
- No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase.
- Tendré absoluto respeto por la vida humana, desde su concepción.
- Aún bajo amenazas no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad.
- Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor.
Juramento de Hipócrates. Fórmula de Ginebra. Asociación Médica Mundial: Asamblea 8/11 - IX – 1948
JURAMENTO DE HIPÓCRATES
Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higías y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.
Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.
Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi
maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más.
Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis
facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos.
Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal
operación a los que se didican a practicarla.
En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que l bien de los enfermos; mi libraré de
cometer voluntariament faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos.
Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea
indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos.
Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria.
(Versión del griego, por el R.P. Manuel Briceño Jáuregui, S.J.)
La medicina es por esencia una carrera humanística y de servicio. Su definición se encuentra consagrada en la Ley de Ética Médica, que dice en su artículo 1, parágrafo 1:
“La medicina es una profesión que tiene como fin cuidar la salud del hombre y propender por la prevención de las enfermedades, el perfeccionamiento de la especie humana y el mejoramiento de los patrones de vida de la colectividad, sin distingo de nacionalidad, ni de orden económico, social, racial, político o religioso. El respeto por la vida y los fueros de la persona humana constituyen su esencia espiritual. Por consiguiente, el ejercicio de la medicina tiene implicaciones humanísticas que le son inherentes.”
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